Un año adverso
El 2017 fue un año tumultuoso. El huracán María dominó todos los aspectos de la Isla. Como todo evento traumático, los efectos se reflejarán en la literatura local de diversas maneras. Nuestras vivencias colectivas germinarán en nuestra imaginación y florecerán en nuestras letras, con el paso del tiempo, como fue el caso de con las guerras civiles españolas y estadounidenses, las guerras mundiales y la Gran Depresión, por mencionar algunos ejemplos. Luego de tres meses, los estragos y las secuelas ya se sienten en las distintas facetas del mundo literario. A principios de la década pasada, la literatura puertorriqueña lucía sólida. El País comenzaba el nuevo milenio, con ofertas variadas de cursos literarios con el aval de instituciones reconocidas, como la Universidad del Sagrado Corazón y la Universidad de Puerto Rico. Hoy día, universidades e instituciones que antes fomentaban la producción literaria del país comienzan a abandonar esas propuestas.
En contra peso, ha habido un redescubrimiento del libro como objeto de entretenimiento. Sé de más de una persona que desempolvó algún tomo y comenzó a leer a la luz de las velas. Librerías que abrieron este año, como Casa Norberto en Plaza las Américas, y otras con algunos años, como The Bookmark en San Patricio y Libros AC en Santurce, han recibido gran cantidad de visitantes en los últimos meses. La falta de energía eléctrica ha brindado a las librerías la oportunidad de ser opción durante los días de oscuridad.
En mi caso, logré leer libros que, antes del huracán, no sabía cuándo tendría tiempo de abrir (El sitio de Constantinopla y A Perfect Spy, por ejemplo, eran libros que tenía sobre la mesa para mis lecturas por placer). La pregunta de, si los libros electrónicos remplazarán algún día a los de papel, quedó contestada. Creo que podemos estar de acuerdo con que ambas modalidades se quedarán con nosotros.
Así, con el espectro de María siempre presente en la memoria, se hace la reflexión de las lecturas más memorables de 2017. Presento mi reflexión anual de los libros reseñados en 2017. No están en ningún orden particular y, obviamente, solo reflejan mi opinión de los libros que leí. Hay varios que no pude leer, pero que pasarán a la cesta de lecturas para tormentas, aunque espero que se presente otro tipo de oportunidad.
Metiendo caña, de Luis Trelles me fascinó por la manera en que exploró la producción del pitorro en la Isla. Trelles supo cómo reflejar la pasión y fascinación por este mítico brebaje.
Reinbou, de Pedro Cabiya fue una verdadera delicia de lectura. El autor teje una narración rica con una trama compleja, pero atrapante, que solo deja la mejor de sensaciones al llegar al final.
Literatura fantástica en Puerto Rico (siglo XIX), de Héctor J. Martell Morales me pareció un buen libro histórico que resalta nuestra literatura. Nunca está de más ver la producción literaria de nuestros antepasados literarios.
Tijera Kid, de Juan Antonio Ramos es una novela corta, pero con personajes bien definidos y memorables. Es un retrato de lo que fue la sociedad puertorriqueña antes de María.
Bambú y otros horizontes, de Vanessa Droz. Un poemario excepcional por su profundidad y sensibilidad estética. Cada haiku de este libro invita a pensar en el zen de sus temas.
Mi abuela, la loca, de José “Chascas” Ignacio Valenzuela es un libro muy divertido para niños. La abuela es una poeta a lo Mary Poppins e invita a explorar el lado lúdico de las palabras.
Norse Mythology, de Neil Gaiman. El estilo único del creador de The Sandman permea este recuento de la mitología nórdica. Ha de inspirar a que otros hagan lo mismo con otras mitologías.
A Legacy of Spies, de John LeCarré parece una carta de despedida a los personajes que le trajeron la fama al autor. Aunque una experiencia más rica para quienes hayan leído sus obras, no deja de ser una buena novela de espionaje para los demás.
Bono: Cuaderno de biografías de autores y autoras puertorriqueños es un divertido libro de pegatinas que exalta los íconos nuestra literatura, desde Manuel Alonso y Julia de Burgos, hasta Olga Nolla y Juan Antonio Corretjer.
¿Qué le depara a la literatura puertorriqueña en el 2018? Pronto averiguaremos. Sí sospecho que será más que interesante nuestro futuro literario, por más que algunos la subestimen.
Esta lista se publicó originalmente en El Nuevo Día a finales de diciembre de 2017, cuando aún la mayoría de la Isla no tenía energía eléctrica.