Parte del elenco de Teatro Breve.
Trabajar con terror
José Borges
Por lo menos una vez a la semana, hace algo que la aterra: enfrentarse a un público sin tener una idea clara de lo que va a hacer. Es el reto mayor de la improvisación en un escenario y, según ella, depende de no buscar protagonismo al momento de actuar la escena.
Sentada a la pequeña mesa en la librería La tertulia, entre bocados de una ensalada de garbanzos, Lucienne Hernández conversa acerca de lo que le apasiona: la actuación. Tiene más de diez años de experiencia como actriz y, desde el año pasado, es parte del elenco de Teatro Breve, un grupo de teatro que se presenta todos los domingos en Taller Cé. Sus ojos brillan al contar cómo organiza con el resto de los actores una de las partes más aceptadas: la improvisación, basada en la vida de una pareja del público. “No puedes buscar el protagonismo. No tienes nada, así que hay que trabajar para el otro; darle consignas y servirle de motor a tu compañero; ponerlo en problemas o situaciones donde reaccione para que luzca”, dice la teatrera, quien se presentará en la obra P(L)ENAS en junio de 2007. Según ella, es una disciplina que se aprende mientras se practica.
Su fascinación por el teatro comenzó gracias a su papá, quien acostumbraba llevar a la familia a Nuestro Teatro de Carlos Ferrari en Santurce. No le confesó a su familia su interés por el teatro hasta que estaba en la escuela superior. En ese momento, tuvo que escoger entre estar en el equipo de natación sincronizada o tomar drama por un semestre. No volvió a estudiar drama hasta que se vio forzada a escoger un bachillerato. Había considerado irse a estudiar Publicidad u otra rama de las Comunicaciones fuera del país, pero su situación económica no se lo permitió en ese momento. Incluso, consideró abandonar el drama y cambiarse a traducción, pero su consejero la convenció de que hiciera un doble bachillerato. El temor a no tener una base económica estable la llevó a un cubículo en el Banco Santander, donde hizo traducciones por dos años. “Me volvía loca. Veía cómo todas mis amistades que participaban en obras, aunque fuese como ujieres, estaban contentos”, confiesa la actriz.
Esa experiencia la llevó a hablar con Dean Zayas, el reconocido profesor y director de teatro, para que le recomendara algún taller donde pudiera afilar sus habilidades como actriz. Logró participar en Circle in the Square, un taller de teatro en Nueva York, y regresó a Puerto Rico, donde comenzó a enseñar actuación. Al principio, sólo daba una clase de teatro a la semana y participaba en producciones locales en cualquier capacidad. Mientras trabajaba en la taquilla de una obra, una actriz y ex compañera de clase la reconoció y semanas después la llamaron para actuar en una obra. “Me sorprendió encontrar a tantas personas con formaciones de lugares alternos a la UPR”, recuerda mientras pelea con los garbanzos que se le escapan del tenedor.
Luego de varios años de dedicación y trabajo, la actriz ha logrado mantenerse integrada al ambiente teatrero local a pesar de la inestabilidad económica inherente en la vocación. “Mi familia me apoyó, pero siempre hubo cierta reticencia; ya lo apoyan más. Ayuda que haya salido en televisión y en los periódicos”, admite. De todas formas, confiesa que una de sus hermanas, que vive en Georgia, aún no logra comprender su decisión.
Para sostenerse, hace locuciones, anuncios y enseña drama en Barceloneta dos días a la semana, además de estar involucrada en un programa de enseñanza en residenciales públicos. “Todos los actores, hasta actrices que realmente admiro, han tenido que hacer de todo: vender bizcochos, lo que sea, para poder mantener una estabilidad económica. La gente ya no va al teatro; mi papá ya no va”.
Al hablar de la actuación, sonríe como si reviviera algún momento único en el escenario. “Es lo que me gusta. Sin embargo, uno no puede esperar a que te llamen para hacer algo. Si no te llaman, tienes que comenzar tus propios proyectos. Uno aprende a actuar, actuando”, afirma Lucienne, quien fue parte del elenco del recién cancelado programa televisivo La crema.
Aunque trabajaba con gente conocida en su incursión reciente a la televisión, admite que hay una diferencia significativa entre los dos medios. “En teatro, la dinámica es que nos tiene que gustar lo que hacemos; pero, en televisión hay que complacer a más gente”, argumenta la actriz. Confiesa que quisiera hacer cine algún día, ya que hay mucho que no conoce del medio. Pero, sobre todo, su sueño es poder decir que “vivo de esto de verdad. Casi casi; ya estoy al otro lado”.
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4 comentarios
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Yo tuve esa idea de trabajar en un banco para mantener la estabilidad económica, craso error. Ayuda es cierto, pero es mejor hacer lo que a uno le gusta, lo que libera el espiritu, y a la vez ,estar rodeado de personas que entienden la causa.
Buena entrevista… Bravo por los garbanzos
yo aunque no tenga experiencia todavía, tengo 16 años, me gustaría hacer la carrera de periodismo, de comunicación audiovisual o de traducción, ¿qué opinas?
Olgui:
Tienes toda la razón.
Ana Teresa:
Gracias. Un halago monumental, viniendo de ti.
Yury:
No te debe importar lo que yo opino. No te debe importar lo que nadie opine. Sólo lo que tú opines. Si es lo que quieres hacer, no dejes que nada te lo impida.