Esta lista se publicó originalmente en El Nuevo Día en diciembre 18 de 2016.
Lo memorable de 2016
El final del año nos ofrece la oportunidad de repasar lo que hemos hecho (o dejado de hacer) y, en este caso, lo que hemos leído (ignoraré lo que no leí, con la esperanza de tener la oportunidad de hacerlo en un futuro cercano). Las lecturas en esta lista representan lo que reseñé durante el año y que, al repasar la lista, me trajeron gratos recuerdos. Logré dividirla en ficción puertorriqueña y extranjera, y no ficción (que es una lista internacional). No hay orden de preferencia.
Sin más:
Ficción y poesía puertorriqueña
- El ciudadano, de Luis Domínguez, fue una corta novela que trajo una perspectiva interesante al tema de la emigración (un dominicano emigra a Cuba) de manera entretenida.
- La novela El día que me venció el olvido, de Edmaris Carazo, utilizó el tema del Alzhéimer con destellos de humor, tragedia y mal de amores a través de una protagonista memorable.
- La casa que soy, de Janette Becerra, fue un poemario sorprendente que evoca una gama de emociones y demuestra la vocación ante por las letras de la autora.
- Los poemas en Recuentos y volteretas, de Mayda Colón, ofrecen una perspectiva única acerca del significado de ser mujer hoy día, con versos tajantes, honestos y juguetones.
- Los microcuentos de En el reino de la Garúa, de Emilio del Carril, sorprenden por su cantidad y variedad, en un libro que toma ventaja del arte gráfico y la palabra a la vez.
Narrativa internacional
- Muerte súbita, del mexicano Álvaro Enrigue, es una novela que combina un partido de tenis entre Quevedo y Caravaggio al final del siglo XVI que entrelaza a Ana Bolena, Hernán Cortés y un sinnúmero de otros temas de manera sorprendente, que aún me tiene pensando en su desenlace.
- La novela Ánima fatua, de la cubana Anna Lidia Vega-Serova, es una historia sórdida situada en Rusia del siglo XX, que estremece por su crudeza.
- Normal, del inglés Warren Ellis, es una novela corta de ciencia ficción que teje un misterio con la futurología y la tecnología que apenas conocemos, pero está a la vuelta de la esquina. Se lee de un tirón.
- El libro de cuentos De fronteras, de la salvadoreña Claudia Hernández, es una oda a lo absurdo, que podría describirse como un estilo kafkiano latinoamericano.
- Siete casas vacías, el libro de cuentos de la argentina Samanta Schweblin, narra historias inusuales y cotidianas que son improbables, pero muy posibles.
No ficción
- El camino al Cerro Pelado, del puertorriqueño Alex Figueroa Cancel narra, casi como si fuera una novela, la historia de cómo una delegación de atletas cubanos participó en los Juegos Centroamericanos de 1966 en Puerto Rico, en plena Guerra Fría.
- Drawing Blood, de la artista de ascendencia puertorriqueña Molly Crabapple, es una autobiografía que atrapa al lector con partes iguales del mundo del arte y sus sacrificios, y el rol que puede tener en las luchas políticas alrededor del mundo.
- El gran juego de ajedrez botánico, del fenecido puertorriqueño Carmelo Ruiz Marrero, es una colección de artículos que muestran la fragilidad del sustento alimenticio que ignoramos.
- Narconomics, del británico Tom Wainwright, debe ser lectura obligada para cada funcionario electo o designado que se involucre en el tema de las drogas y el narcotráfico. Es un libro revelador por demás. Hay una edición en español también.
- The New Spymasters, del británico Stephen Grey, ilustra los casos de espionaje más notorios del siglo XX y XXI. Muestra la realidad de lo que es un espía, desmitificando los prototipos J.B. (James Bond, Jason Bourne y Jack Bauer).
Cuentos memorables
Este año fue difícil escoger solo cinco cuentos memorables. Mi lista original contenía al menos dieciséis. De esos, estos fueron los que más me llamaron la atención:
“My Purple Scented Novel”, de Ian McEwan, es uno de los relatos de venganza más memorables que haya leído.
“Luces vía Santiago”, de MaryCarmen Castillo, nos pone en los zapatos de una prostituta en una encrucijada existencial.
“Guapo”, de Mauro de Angelis, juega con las realidades de un matón homosexual en un sórdido barrio argentino.
“Qué vergüenza”, de Paulina Flores, relata una triste historia dentro de una familia rota, desde el punto de vista de una niña.
“Perdiendo velocidad”, de Samanta Schweblin, es corto, pero encara con humor negro la realidad de acercarse a la muerte en la vejez.
Si busca lectura, estas listas podrían ser un buen comienzo para su selección. Que pasen una feliz Navidad y que el próximo año traiga más literatura.