Los horrores del futuro
La gente puede enredarse con la ciencia ficción. Para muchos, el género se supone que prediga el futuro, pero ese no es su verdadero propósito. La verdad es que la ciencia ficción toma como punto de partida la realidad contemporánea y trata de imaginarse las consecuencias y los escenarios posibles que la ciencia y la sociedad de su época pueden lograr. Por eso, por ejemplo, Frankenstein, de Mary Shelley, es una reflexión acerca de cómo la ciencia del siglo XIX podría causar estragos éticos en aquella época, y no es un manual de cómo revivir a un ser humano. Horror-REAL, de la puertorriqueña Alexandra Pagán Vélez, utiliza nuestra realidad actual para imaginarse diferentes escenarios posibles.
Es difícil catalogar esta obra como novela o libro de cuentos, ya que todo sucede en una misma realidad interconectada, pero cada sección trabaja con una situación distinta. Sucesos del primer cuento (optaré por llamarlos cuentos, por eso de la simplicidad), como el genocidio de niños, repercutirán en los demás relatos, hasta el final. Sin embargo, casi todos tienen personajes distintos. El futuro que pinta Pagán Vélez no es alentador. Además de la muerte masiva de niños, vemos una sociedad quebrantada y caníbal (en el sentido literal de la palabra). En esta, el gobierno dicta y reprime, y la salud cuesta tanto que su endeudamiento puede causarte una condena en prisión. En ella, además, el espectáculo de los medios masivos utiliza la crueldad para crear el contenido de sus reality shows.
El panorama que pinta la autora, en esta colección de cuentos novelados (aún lucho con la catalogación), es exagerado, aunque refleja tendencias de la realidad actual. Basta con mirar los titulares y las noticias que se ven en las redes para apreciar el origen del mundo de horror que Pagán Vélez muestra. La obra será difícil de etiquetar, pero lo cierto es que sirve como advertencia —no como predicción— de un posible y terrible futuro.
Horror – REAL
Alexandra Pagán Vélez
Editorial Instituto de Cultura de Puerto Rico, 2016
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en julio 16 de 2017.