Viaje por la memoria
Seguí una recomendación por Twitter y compré una novela. No era una recomendación cualquiera; vino de Zenda, la página literaria en la Internet que cuenta con colaboraciones de Arturo Perez-Reverte y Mayra Santos-Febres, entre varias otras personas del quehacer literario hispano. La recomendación tampoco fue ordinaria; el tuít mencionaba que era una tremenda novela. Así fue que llegué a Duelo, del guatemalteco Eduardo Halfon. Este autor tiene varias otras publicaciones con su nombre y fue parte de los mejores 39 escritores latinoamericanos del Hay Festival de Bogotá en 2007, en que nuestra Yolanda Arroyo Pizarro también participó.
La trama gira alrededor del protagonista, Eddie, quien busca saber las circunstancias detrás de la muerte de su tío abuelo, Salomón, de quien la familia no suele hablar. Salomón es un nombre compartido, pues también es el nombre del abuelo de Eddie. Por tanto, ambos hermanos se llamaban de la misma manera. Lo único que sabe Eddie del difunto es que murió cuando niño. Posee, además, un retrato de su tío muerto, tomado poco antes de morir. Esta foto, en cierta manera, lo atormenta y provoca que el protagonista quiera saber más de su tío-abuelo. Eddie consulta con diversos familiares, como su hermano; también con amigos de su padre y su abuelo. Por medio de estas conversaciones que lo llevan por Florida, Alemania y Guatemala, Eddie comienza a recordar eventos de su propia vida. Los lectores se enterarán de la ascendencia judía y libanesa de Eddie; sucesos de su vida infantil, adolescente y adulta; y los secretos que se esconden en la familia. Eventualmente, llegará a saber qué ocurrió con el tío-abuelo Salomón y logrará terminar el duelo que la familia guarda por este.
Duelo es una novela muy bien escrita que exhibe destreza técnica. El autor sabe utilizar las repeticiones para dar un énfasis estilístico en ciertas partes, logra incorporar los diálogos dentro de la narración, sin separarlos en párrafos aparte y logra transiciones efectivas entre el presente y el pasado de la obra. El tono de la novela se acerca al existencialismo que podríamos encontrar en El extranjero, de Albert Camus, aunque salpicado con realismo mágico y algo de estilo biográfico. Posiblemente, la obra tiene mucho de la vida del autor, puesto que comparte el nombre con el protagonista, entre otras similitudes. Presenta, además, la historia del holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial por medio de los personajes de los abuelos del protagonista, que sobrevivieron el horrífico evento.
A pesar de la habilidad técnica y el peso temático de la novela, la narración no logró engancharme. Tal vez se deba a que el protagonista, aunque presente durante toda la obra, carece de personalidad o, al menos, no resalta mucho. Por tanto, el final que revela la autorealización del protagonista carece de importancia para el lector (para este, al menos). Al finalizar, me doy cuenta de que nunca sentí nada por el protagonista; no me importaba mucho qué sucedería con él. Además, el gran secreto del tío-abuelo Salomón resulta ser demasiado anticlimático. Es una lectura que, aunque corta, se hace larga por falta interés. No obstante, tiene sus momentos ingeniosos. No es una mala novela; tal vez, simplemente, no muy tremenda para mí.
Duelo
Eduardo Halfon
Libros del asteroide, 2017
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en julio 15 de 2018.