Espías veraniegos
En el verano, hay pocas cosas que me agraden más que leer un buen libro de suspenso, especialmente si es de espionaje e intriga. Cuando están bien escritos, poseen suficientes elementos para ser un juego intelectual agradable, sin que te hagan cuestionar tu existencia. Son textos para leer en la playa, en la piscina o durante las pausas de algún viaje. Me di a la tarea de encontrar algo por esa línea de alguien que no conociera, ya que mis autores favoritos de ese género no sacan nada hasta otoño, frustrando mis lecturas veraniegas. Luego de varias búsquedas, di con dos cuentos largos de Olen Steinhauer, un autor estadounidense que vive en Nueva York y Budapest durante el año: “Vandals” y “Start-up”.
El primer cuento es de una agente del FBI que intenta infiltrar a un grupo de jóvenes anarquistas que hablan de cometer actos vandálicos o terroristas y así descubrir si son es solo habladuría o si el grupo va en serio. El grupo se compone de tres personas: dos chicos (uno homosexual y el otro es prácticamente inexistente por la poca participación que tiene en la trama) y una chica, Layla, a la que Rachel, la protagonista, le coge cariño porque le despierta un sentido algo maternal o de hermana mayor. De hecho, Rachel actuará como figura maternal dentro del grupo por llevarles diez años de edad, más o menos. El grupo lo dirige, o más bien lo inspira, Peter, un hombre mayor que la misma Rachel, que alega ser un antifascista de Yugoslavia y corredor de bienes raíces, empleo que le provee acceso a mansiones en venta que él utiliza inescrupulosamente para dormir en una casa diferente todos los días.
Los lectores conocen del grupo y su historia con Rachel de a poco, ya que, al comienzo de la historia, la agente encubierta está en una de las mansiones que vende Peter y ha llamado a su contacto del FBI, Toby, para que la rescate de una situación amenazante. El autor estructura el cuento de tal manera que crea intriga en el lector para saber qué ha sucedido que ha afectado a Rachel. Es una historia muy entretenida y bien contada, cuyo final queda demasiado abierto y parece abrir la puerta para otro cuento o novela.
El segundo cuento, “Start-up”, comienza de manera jocosa. El protagonista, Tom, narra la historia de cómo su amigo, Jerry, decide ser un villano estilo película de James Bond. Tom interactúa con él a lo largo de los años y nota cómo va logrando su meta, mientras que el protagonista parece estancado en su vida laboral. Poco a poco, el cuento gira hacia situaciones más siniestras hasta un final con un desenlace inesperado, pero bien justificado.
Con ambos cuentos, Steinhauer muestra calidad literaria en su manera de escribir. No obstante, como escritor del género de espionaje no me apela, tal vez, por el enfoque de sus escritos, que suele centrarse en el espionaje estadounidense. Diría que apelaría a los fanáticos de James Bond, no tanto a los de los espías de John LeCarré. Claro, mis observaciones se basan en una muestra limitada. Tendré que experimentar con alguna obra más extensa del autor para llegar a una conlusión definitiva. Los cuentos cumplen su propósito, sin embargo: entretienen sin abrumar con entuertos sobrecomplicados.
“Vandals” y “Start-up”
Olen Steinhauer
Minotaur Books, 2018 y Mulholland Books, 2016
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en julio 29 de 2018.