Reseña: De mi placard

Obras del armario

Para los escritores, una de las experiencias que más pueden satisfacernos es la de ver la puesta en escena de una obra, especialmente si es teatral. Las adaptaciones de cuentos o novelas pueden variar bastante de la fuente original, pero, cuando se escribe teatro, se presupone que la presentación se aproxima lo más posible al libreto. No obstante, las puestas en escenas son cuestiones efímeras, que varían cada vez que sube el telón. Me pregunto si ver una obra de teatro publicada en un libro surte un efecto inverso para los dramaturgos. Habrá que preguntarle al dramaturgo boricua Roberto Alexander Pérez qué sintió al ver De mi placard, su trilogía de obras teatrales, en el formato de libro, en vez de puestas en escena.

El tomo contiene tres obras que tiene que ver con “la diversidad, la identidad y la conciencia”, según la portada. El término trilogía se debe a que son un trío de obras, pero sin relación en las tramas. O sea, que las que le siguen a la primera, “¡Habla, Marica!”, no son secuelas. Cabe aclarar que placard es un término del francés que significa armario o, para nosotros, clóset. La obra ya mencionada es una comedia de enredos que se lleva a cabo en una pensión en Miami. La dueña, una cubana alcohólica, recibe en la pensión a una argentina ilusa con su esposo boricua y a su hijo, que acaba de llegar de Venezuela. La hija de la casera, Maricarmen, apodada “Marica”, se cree huérfana de padre y muestra cierta rebelión hacia su madre. Por medio de ella se darán muchas de las situaciones que complicarán la trama. Otro integrante clave en la obra es Yoyo, el hijo de la argentina, que es homosexual y acaba de salir de una clínica de rehabilitación a la que su padre le forzó a acudir. Los amores y desamores entre los personajes serán los motores de la trama en esta obra que contiene unos diálogos cómicos, aunque a veces demasiado explicativos para mi gusto.

La segunda obra en la colección es “Por culpa de Dios”, que se centra en una pareja de homosexuales. Uno de ellos, Beto, se siente inhibido por sus conceptos religiosos y fuerza a su pareja, Roberto, a que vayan al espectáculo de una evangelista que mantiene que la homosexualidad es una condición que las personas escogen. Las exparejas de ambos hombres se involucran en el asunto y, a través de los diálogos, se explora la naturaleza, los problemas y las emociones que pueden involucrarse en la vida sentimental de las parejas homosexuales. Como es bastante explícita en la manera en que aborda la sexualidad, podría alejar a aquellos que se les haga difícil lidiar con el tema.

Por último, “Noches de galería” trata de un grupo de personas que se quedan encerrados en una galería de arte por motivo de una tormenta que ha inundado la calle y no les permite salir. Clara y Pablo son los dueños de la galería. Según transcurre el tiempo, los personajes dejan atrás las hipocresías sociales y comienzan a mostrar sus verdaderos deseos y prejuicios. Es decir, comienzan a cantarse las verdades que jamás habrían mencionado en un lapso más corto.

Las tres obras invitan a la reflexión acerca de qué nos define, nos separa y a lo que tememos. A la vez, muestran muchos de los problemas a los que se enfrenta la comunidad homosexual, en particular los hombres, en la sociedad contemporánea, sin limitarse a ello como único tema. Hemos de suponer que Roberto Alexander Pérez ha de sentirse satisfecho al ver su obra publicada.

 

De mi placard

Roberto Alexander Pérez

Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2016

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en agosto 12 de 2018.

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