Los versos de la casa
La casa de tu infancia es mucho más que un edificio en donde dormiste. Después de cierta edad, se convierte en un lugar de recuerdos. A veces, compartes esos espacios con otro familiar, como un hermano, pero hasta sus recuerdos sobre el lugar pueden ser distintos entre sí. Solo tú sabes todo lo que sucedió y sentiste en tu cuarto, las maldades que hiciste en la sala o los tiempos que compartiste con los demás en el balcón. La casa puede adquirir hasta cierta personalidad con el pasar del tiempo. En estos días de hipotecas reversibles, hijos que emigran y desastres naturales, las casas de nuestras infancias pueden dejar de pasar de una generación a otra y convertirse en la casa de otro o simplemente borrarse del mapa, para existir únicamente en la memoria. En el caso de la poeta puertorriqueña Mayda Colón, tal vez esa casa pasa a la página impresa, como sucede en su nuevo poemario La casa del vacío.
La casa familiar será el hilo conductor en estos poemas, que permiten que se sienta la melancolía e impotencia ante el deterioro y la destrucción causada por el tiempo y la naturaleza. Se divide en tres partes: “Espacios”, “Habitantes” y “Cimientos”. Los poemas del primero, “Espacios”, muestran la casa devastada luego del paso de un huracán (en este caso, María, pero vendrán más huracanes, así que este sentir podría aplicarse a cualquier otro que venga). Se puede palpar el sentido de pérdida y sobrevivencia, y transportarnos a aquellos días que vivimos todos después del huracán. También muestra cómo la naturaleza inevitablemente sigue su curso, a pesar de los humanos que pretenden domarla.
La familia que habitó la casa será el enfoque de la segunda parte, “Habitantes”. Los recuerdos de eventos cotidianos que la familia vivió dentro de las paredes de la casa cobran vida en estos poemas. Madre, padre, hija y hermano pasan a través de los recuerdos y las paredes en estos versos, casi como fantasmas u ondulaciones en el tiempo. Se viven los daños emocionales que sufre la familia tras el desastre.
La última parte, “Cimientos”, se centra en las secuelas del desastre: la vida continúa y la Tierra no se detiene para nadie, y hay que buscar cómo reconstruir. Sin embargo, podemos ver las fuerzas externas que intentan detener este renacimiento. Los costos de materiales y las realidades de las leyes bancarias e hipotecarias se imponen sin compasión ante el mero deseo de volver a algún tipo de normalidad.
La casa del vacío, quizá, muestra una experiencia muy personal de la autora, pero cada cual podrá moldearla a su realidad. La experiencia de leer este poemario es semejante a escuchar una sinfonía, cuya frase emblemática se escucha a través de la composición. En este caso, la frase emblemática será la casa y todo el bagaje emocional que la acompaña.
La casa del vacío
Mayda Colón
Trabalis, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en noviembre 18 de 2018.