De haikus y micropoesías
No será la primera vez que lo menciono: la brevedad es una de las destrezas más difíciles de dominar en la redacción de textos, ya sea cuentos, microcuentos, tuíts o poesía. La sencillez que muestran las obras breves suele engañar a los lectores, que podrían presumir que leen algo fácil de escribir, cuando lo cierto usualmente es todo lo contrario. Piensa en las miles de canciones que has escuchado en tu vida y encontrarás que las que se te han quedado en la mente por su profundidad y sentido son relativamente pocas. En esta ocasión, dos poemarios de versos breves, pero de estilos diferentes, nos ocupan: Canción de lluvia (Haikus), de Jaime Vélez Vega, y La última sonrisa, de Orlando Planchart.
El poemario de Vélez Vega es una colección de haikus, los poemas tradicionales japoneses, que siguen la costumbre del país asiático, pero con un sabor puramente puertorriqueño. Al igual que los japoneses, Vélez Vega se inspira en la naturaleza, en este caso, la caribeña, para componer sus versos de 5, 7 y 5 sílabas, aunque a veces se tome la libertad de alterar esta estructura. Son pequeñas reflexiones acerca de la naturaleza y la vida y su significado. Observan lo que realmente tiene valor en nuestra existencia con observaciones metafóricas. Como ejemplo, se pueden mostrar estos dos:
Hermosa luna
sobre mi casa.
Quinqué nocturno.
Botella de mar,
traes hoja escrita
de la otra orilla.
El autor sigue el formato del haiku hasta las últimas páginas, en las que experimenta un poco con la extensión de sus composiciones. Es leer una colección de esta modalidad poética, pero puramente puertorriqueña.
Por otro lado, Planchart trabaja más bien la micropoesía en La última sonrisa. Sus poemas son composiciones de tres a cinco versos, enfocados generalmente en el amor y el sexo. Tiene un tono nostálgico, como si recordara viejos amores. Por ejemplo:
Recuerdo aquel beso
A vuelo de pájaro
que nos empinamos y no alcanzamos.
¿A dónde habrá ido ese beso?
El autor mezcla las imágenes de la naturaleza con diferentes sentimientos y rasgos físicos para crear sus composiciones. Casi siempre tratan de una figura poética deseada por la voz principal. A veces esta figura está presente, en otras parece vivir en el pasado.
Como ambas colecciones trabajan con poemas tan cortos, son ideales para quienes gustan de lo breve y buscan lecturas que den espacio para reflexionar acerca de su intención y significado.
Canción de lluvia
Jaime Vélez Vega
Taindec, 2017
La última sonrisa
Orlando Planchart
Isla Negra Editores, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en enero 27 de 2019.