Épica chiricahua
Soy lo suficientemente viejo como para recordar la época en que los vaqueros eran los “buenos” y los indios, los “malos”, así como los policías y los pillos. Con pocas excepciones, los indígenas norteamericanos eran demonizados en la cultura popular y, cuando no, era porque habían aceptado las costumbres de los “civilizados hombres blancos”. Tal vez esa percepción haya cambiado en nuestros tiempos, aunque al juzgar por el trato que reciben hoy día de parte del Gobierno federal dentro de las reservaciones se podría alegar que poco ha cambiado.
En el registro popular, los comanches, los sioux, los iroqueses y los apaches son tribus conocidas, junto con algunos de sus jefes, como Toro Sentado, Mangas Coloradas y Cochís. Otro nombre familiar es Gerónimo, el chamán de guerra apache. Se dice que, cuando Gerónimo se rindió ante el ejército de los Estados Unidos por penúltima vez, le dijo al brigadier Crook en 1886, en referencia a la libertad que tenían, que “antes corría como el viento. Ahora me rindo y eso es todo”. Esa última línea poética del apache es el nombre de la nueva novela del mexicano Álvaro Enrigue y cuenta la historia de esa rendición. Sin embargo, el autor no se conforma con contar solamente esa historia, sino que teje las de otros personajes históricos, como el jefe Mangas Coloradas, el general Nelson Miles (el mismo que bombardeó San Juan y nos invadió en 1898), el teniente coronel mexicano José María Zuloaga y muchos otros que se vieron involucrados en el conflicto contra los apaches chiricahuas que habitaban el suroeste norteamericano.
La novela se divide en tres partes. En la primera, se narra la historia de Camila, la viuda de un hacendado en el pueblo de Janos, México. A esta la raptó una banda de apaches en son de venganza por el asesinato de uno de los suyos. Otra historia que se narra en esta parte es la del teniente coronel mexicano Zuloaga, que, semanas después del secuestro, sale en búsqueda de Camila y recluta a un grupo compuesto por un joven indígena rarámuri, dos yaquis condenados a vivir en una cárcel, una monja teatrera de puntería letal y dos hombres del pueblo. La tercera historia es la del propio autor, que cuenta su travesía en unas vacaciones con sus hijos en las que recorrió algunos de los lugares donde se darán los sucesos históricos descritos en la novela, como si nos dejara ver la manera en que decidió escribir la historia. Queda del lector decidir si esta última es ficción o realidad. Esta primera parte termina cuando las primeras dos historias se entrelazan en un solo escenario.
La segunda parte sigue la historia del autor y su viaje, a la vez que intercala recreaciones de los sucesos históricos que desembocaron en la rendición de Gerónimo, protagonizadas por personajes como el presidente Grover Cleveland, el general James Parker y hasta Pancho Villa. La tercera parte nos lleva a los desenlaces de la rendición de Gerónimo, la búsqueda de Zuloaga y el viaje del autor.
Enrigue narra la historia, a la vez que parece buscarle el sentido a lo que significa ser mexicano, americano (en el sentido continental de la palabra) e indígena. Parece una búsqueda de respuestas a las razones detrás de remover a los apaches de la Sierra Madre, lugar inhóspito aun hoy, y finalmente exterminarlos. Busca determinar si en realidad los apaches desaparecieron o si aún se mantienen vivos en el espíritu de quienes los sucedieron. Denuncia las salvajadas que cometieron los estadounidenses, los mexicanos y hasta los mismos apaches durante el conflicto.
Ahora me rindo y eso es todo es un libro que cautiva y que invita a reflexionar por medio de líneas muy buenas, como estas: “tendrían que haber notado la genial ironía de que todos los presentes [apaches, mexicanos y estadounidenses] estaban armados con fusiles estadounidenses: la política, entonces como ahora, corre para todos lados, pero el dinero ha fluido siempre en una sola dirección”. La descripción del modo de vida de los personajes, tanto de los apaches como de los militares transportará al lector a ese terrible pasado. Es de esos libros en los que nos apenamos al llegar al final, debido a lo fascinante de la historia y de sus personajes.
Ahora me rindo y eso es todo es recomendada a ojos cerrados.
Ahora me rindo y eso es todo
Álvaro Enrigue
Anagrama, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en febrero 9 de 2019.