Reseña: La fábrica de botones

Botones mortales

Cuando un patrono desea disuadir a sus empleados de formar una unión, uno de los casos que usa a su favor es el fuego del Dupont Plaza en la víspera de Año Nuevo de 1986. En ese incendio murieron casi cien personas, muchas de ellas atrapadas porque las salidas de emergencia estaban obstruidas. La causa del siniestro fueron tres empleados unionados, molestos con las condiciones de empleo, que decidieron, según ellos, provocar un pequeño fuego. La sentencia fue de 99 años para dos de ellos y 75 años para el otro. El caso también provocó que se revisaran los códigos de prevención contra fuegos en los hoteles, ya que el Dupont Plaza operaba con un sistema de alarma que no servía, no tenía rociadores de agua y no contaba con suficientes salidas de emergencia, elementos que pudieron haberles salvado la vida a muchas de esas 96 personas. Curiosamente, los patronos omiten esta parte de la información cuando quieren espantar las nociones de una unión. Dentro del marco de este desastre, la puertorriqueña Sandra Santana traza la trama de la novela La fábrica de botones.

Ambientada pocos días antes del trágico incendio, la novela cuenta una historia alterna de los sucesos y los motivos por el cual el Dupont Plaza se prendió en fuego. Una organización misteriosa labora tras bastidores para influir en personas de alto poder, como congresistas y jueces. Entre las acciones que lleva a cabo se encuentran asesinatos, secuestros y hasta trata humana. Dicha trama se fractura entre las perspectivas de diferentes personajes, como El Boquilla y Fausto, dos sicarios que llevan a cabo las órdenes del misterioso Big Brother, que únicamente se comunica a través de conversaciones crípticas por teléfono móvil. Una de las responsabilidades de la pareja de sicarios es la transportación de una niña pelirroja, que estará a punto de convertirse en víctima de abuso sexual por encargo de alguna persona de poder.

Además, conoceremos a la familia de Claudia, cuyos padres son dueños de una fábrica de uniformes y parecen involucrados con Big Brother. Esta asociación tendrá repercusiones graves para la familia y resultará en la muerte de varios integrantes y asociados de ellos. El último elemento por mencionar son los misteriosos botones, que funcionan como advertencia (así como la mancha negra en La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson), además de mecanismo de muerte (algo así como opera SVR de Rusia, hoy día).

La fábrica de botones es una lectura rápida por la abundancia de diálogos, repleta de intrigas y traiciones, que se añade al acervo de la novela negra puertorriqueña. Trabaja, además, con muchos de los elementos sociales que se desarrollaron en el pasado y que hoy día pasan factura sobre nosotros, desde nuestros derechos laborales hasta el estado de nuestra actual sociedad.

 

Disponible en Libros 787

La fábrica de botones

Sandra Santana

País Invisible Editores, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en marzo 17 de 2019.

 

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