Una novela pachunga
Si buscas la palabra pachunga en el diccionario, no la encontrarás. Es una invención del protagonista de Mi tío Pachunga, una novela para público juvenil de José Ignacio Valenzuela, mejor conocido como El Chascas. En ella se tratan diversos temas, como la discriminación, el acoso escolar (bullying), la homofobia y el divorcio; al igual que otros más positivos, como el pensamiento crítico, la curiosidad y la importancia de intentar las cosas, sin miedo a fracasar en la faena.
La historia comienza con Eva, una niña cuyos padres dejan en casa de su tío fraterno, Nino, por los tres meses que dura el verano. Sucede que los adultos están pasando por un proceso de separación y piensan darse un viaje solos para ver si pueden renovar el matrimonio. Mientras tanto, el tío Nino albergará a Eva en su hogar. Nino es el único familiar que puede quedarse con la niña, a pesar de ser un tío alejado del núcleo familiar. En el transcurso de la novela, se mostrará por qué Nino no forma parte integral en la vida de Eva hasta ese entonces, además de otras controversias de la familia.
De primera instancia, Eva se da cuenta de que su tío no es el típico adulto con quien está acostumbrada a tratar. Lo que más le llama la atención a la niña de diez años es que Nino utiliza la palabra “pachunga” para expresar todo tipo de sentimiento, desde coraje hasta alegría y todo entremedio. Se pasa haciéndole preguntas, se interesa por lo que ella quiere ser cuando grande y muestra respeto ante las respuestas y opiniones de la niña. De igual manera, tiene sus reglas en la casa, las llamadas ocho reglas de toda sana convivencia, cuya cantidad varía según él disponga. Algunas de las reglas son “Hacer solo preguntas pachungas”, “Masticar siempre con la boca cerrada” y “Jamás usar calcetines que no combinen con la correa”. Poco a poco, sobrina y tío logran entablar una amistad y complicidad que los ayudará a enfrentar las dificultades que los acecha, como un vecino insoportable y homofóbico, la profesión por la cual Eva se inclinará y el desenlace de la relación de los padres de la niña.
Las ocurrencias y los personajes que crea Chascas son memorables. Con Eva crea una narradora que, a pesar de narrar los hechos desde un punto de vista adulto, mantiene la manera de experimentar las cosas de una niña. De igual manera, crea, con el tío Nino, un personaje simpático y excéntrico, lleno de entusiasmo y de una tristeza que lo agobia. Ambos personajes aprenderán del otro. Deja con las ganas de seguir las aventuras de estos dos cuando llegamos al final y tal vez es lo único que le hace falta a la novela. La historia de Nino y Eva termina de repente con el final del verano, y algunos conflictos, como el del vecino, parecen quedarse suspendidos. No estaría de más otra visita al tío Nino. Sería una “pachunga” manera de complacer a los lectores de esta simpática historia.
Mi tío Pachunga
José Ignacio Valenzuela
Alfaguara, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en mayo 5 de 2019.