Cándido o el boricua
Una de las lecturas clásicas de la literatura occidental es Cándido o el optimismo, del escritor y filósofo francés Voltaire. Esta obra se publicó en 1759, casi treinta años antes de la Revolución francesa. En ella, el protagonista, Cándido, viaja el mundo, durante la Ilustración, convencido de que vive en el mejor de los mundos posibles. A pesar de todos los contratiempos y fracasos con los que se enfrenta en ese viaje, esto no lo hace cambiar de opinión. Cándido es inocente al extremo y confía en todas las personas con las que se encuentra. Esto provoca que se aprovechen de él continuamente. Simplemente Cándido, el libro de cuentos del puertorriqueño Jesús A. Zambrana, se inspira en la obra de Voltaire como punto de partida.
El Cándido de Zambrana es boricua y vive en Puerto Rico. Al igual que en la obra de Voltaire, su nombre lo caracteriza, pero con una acepción diferente al del francés. El Cándido de Voltaire es ingenuo, pero el de Zambrana es demasiado franco. Suele decirles a otros exactamente lo que piensa de ellos, sin considerar ni observar lo que sería “políticamente correcto”. A pesar de que no es una novela, Cándido es un personaje recurrente en los cuentos, aunque no siempre es la misma versión del personaje. A veces, es un familiar cercano o lejano, según dicte el caso. Por ejemplo, hay cuentos en que el protagonista Cándido es un tío que vivió en el pasado, en otras es un vagabundo que vive en la República de Puerto Rico. En ocasiones, es un sacerdote que viola monaguillos, y en otras es un exmonaguillo. Zambrana plantea un juego interesante con el personaje y lo ambienta en diferentes lugares y con características distintas.
Además de la utilización de este personaje, los cuentos usan otras referencias a la obra de Voltaire. Por ejemplo, muchos de los cuentos ocurren en el bar de Pangloss; en la obra original, Pangloss era el maestro de Cándido y quien le enseña a creer que vive en el mejor de los mundos posibles. Al igual que Voltaire, Zambrana plantea una crítica a la sociedad con una sátira mordaz. Sin embargo, la de Zambrana es más obvia y directa que la del filósofo francés. Otros puntos en común es que ambos autores critican la hipocresía, la sociedad, la Iglesia, las instituciones gubernamentales y decenas de otros temas. No obstante, los temas de Simplemente Cándido son muy autóctonos. Se tocan los temas de la Navidad, el estatus, los puertorriqueños que se van del País, Oscar López, la cantidad de Walgreens en la Isla y los Borinqueneers, entre muchos otros.
Los cuentos de Zambrana son ocurrentes y cómicos. Muchas de las situaciones son también muy originales, como la del cuento “Cándido y el glaucoma de la abuela”. En este, el protagonista se ve forzado a suplirle marihuana a su abuela para controlarle los efectos de la enfermedad mencionada en el título. Entre los momentos menos favorables de las historias, se encuentran cuando el escritor se inclina más hacia el discurso en vez de mostrar el carácter de los personajes por medio de la narración. En estos momentos, se congela la trama para darle paso a una exposición de los motivos de los personajes. La voz narrativa suele pasar juicio con demasiada frecuencia sobre aquello que le molesta o aflige. Una vez se retoma la narración de sucesos, vuelve a fluir la lectura.
Aunque hay excepciones, los 31 cuentos de Zambrana se ubican mayormente en el periodo pre-María de nuestra historia y marcan una visión de lo que éramos antes del ciclón. Es interesante ver la diferencia de aquella realidad con la que nos toca hoy, aunque sea a través del humor y la sátira. Proyectos como Simplemente Cándido siguen desnudando lo que nos fastidia de nuestra sociedad.
Simplemente Cándido
Jesús A. Zambrana
Edición de autor, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en agosto 4 de 2019.
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