Reseña: Sobre los domingos

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Domingos de melancolía

Al parecer, hay un resurgir en la crónica puertorriqueña. Las diversas crisis probablemente tengan mucho que ver con el asunto. Entre la depresión económica que estamos viviendo, el huracán que sobrevivimos y el golpe al sistema durante el Verano 2019, se puede decir que nos han sobrado eventos dignos de recordar y registrar. A pesar de que estos eventos históricos pueden marcar a quien escriba la crónica, el texto no necesariamente gira en torno a ellos, sino que suelen ofrecer un punto de vista mucho más personal. Sobre los domingos, del puertorriqueño Francisco Félix, es una muestra de este tipo de texto.

Comienza con el recuerdo, de parte del narrador, de la muerte del cantante de trap Kevin Fret, que fue baleado ocho veces una madrugada de enero 2019, en Santurce. Aclaro que la crónica no tiene que ver con este suceso, pero es el hecho que da comienzo a la narración. Además, establece el tono del resto del texto. En cierta manera, ese tono recuerda un poco al diario de Rorscharch en el cómic Watchmen, de Alan Moore, por la manera de describir el entorno. La melancolía reina en Sobre los domingos, y la desesperanza recorre sus páginas. La narración hace una reflexión ante el asesinato mencionado y otros más que se escuchan en los medios. Irse a dormir o despertar al son de disparos (a veces lejanos; otras, cercanos) es una triste realidad que se refleja en la obra. Vemos Santurce y Carolina desde una óptica que no busca romantizar estas urbes. Son ciudades que oprimen a los habitantes que tratan de llegar a sus casas o trabajos en transportación pública o bicicletas. Los pocos momentos de felicidad se viven a través de una cerveza o tres.

El ritmo de las ciudades se interrumpe con el ruido estruendoso de los aviones que llegan o se van del aeropuerto. Sin embargo, el narrador se vuelve indiferente hasta de los decibeles de las turbinas de las aeronaves. Ocurre otra ruptura en el texto y es cuando el narrador recuerda su tiempo en Connecticut, internado en un hospital siquiátrico. No se establece con exactitud cuándo toma lugar este tiempo en el extranjero, pero sabemos que ocurre poco tiempo después del huracán. Es en la época en que aún no se sabía muy bien qué había sucedido con nosotros en la Isla, en que la diáspora no podía comunicarse con nosotros. El narrador eventualmente logra salir del hospital y regresar a Puerto Rico. No obstante, el regreso significa un breve momento de alivio, en vez de alegría, como suelen retratarse los regresos a Borinquen.

Así, la vida citadina en la Isla continúa. El narrador intenta encontrar su esquina de felicidad en la escritura, pero la vida misma se lo limita. Aquí, el ruido, el trabajo, el tapón, los aviones, los tiroteos y la propia vida atenta contra la literatura. Producir cualquier texto es un acto de valentía y perseverancia en cualquier lugar, doblemente en Puerto Rico. Cuando la crónica termina en abril, el narrador aún ama su hogar, pero la Isla se la pone difícil, igual que nos la pone difícil a todos.

Para aquellos que dicen querer entender a la juventud hoy día, esta lectura es imprescindible. Tal vez lo sea más aún para los que no tienen interés en entender a los jóvenes. Ciertamente, es una visión oscura y gris de la urbe del País. La crónica muestra lo difícil que puede ser mantener una perspectiva optimista en un lugar en que el único cambio que ocurre es para empobrecer y empeorar la calidad de vida. Esta dureza de vivir en la Isla está muy presente en la crónica. Sobre los domingos refleja el legado que les tocará a la nueva generación y cómo estos se sienten al respecto.

 

 

Sobre los domingos

Francisco Félix

La Impresora, 2019

Esta reseña se piublicó en El Nuevo Día en diciembre 15 de 2019.

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