Why go


Estuvo brutal. Dos días, dos horas y media cada día y millones de recuerdos. Si tienen la oportunidad de ir, vayan. Vale la pena.

Viaje corto

El Viernes viajo a Filadelfia a ver a Pearl Jam en concierto. Asisteré a las dos funciones (Sábado y Domingo) y me llevaré la cámara para tomar fotos. Supongo que haré un poco de turismo en Filadelfia.
Sé que dije que tendría la cuarta parte de «Cuatro pies al margen», pero aún no he terminado. Además, es una tradicion de escritores romper las fechas límites.
O, como decia Douglas Adams, «I love deadlines. Especially that wooshing sound they make as they fly by».
Hasta la semana próxima…

Pura comedia

Lo que cuenta no es el contenido, sino la presentación. Me estuvo cómico este video. Pueden verlo aquí.

Cuatro pies al margen, Parte III

Haga clic aquí para partes I y II.

III.

El resto del viaje fue silencioso. Cuando el vehículo al fin se detuvo, Valeria sintió las manos de sus captores en los brazos; la forzaban a caminar con ellos. No sabía dónde estaba, pero la peste a basura, excrementos y químicos casi la hacen vomitar dentro de la capucha. Sintió que entraba en algún edificio, y de pronto pudo respirar otra vez.
Todavía en silencio, la sentaron y la amarraron de nuevo.
—Quítale eso —escuchó decir a Dos Minutos. Una mano sudada, casi gelatinosa, levantó de la cabeza de Valeria una máscara negra para esquiar. Se la habían colocado al revés sobre la cabeza. Al fin pudo ver sus alrededores.
Parecía un almacén, ya en desuso, convertido en un espacio para vivir. Le recordó a una aldea primitiva. El lugar apenas estaba iluminado con unas pocas bombillas amarillentas. Notó unos catres en el piso de concreto, que le recordaban a los refugios usados por las autoridades cuando había un desastre. No podía imaginarse viviendo en un lugar como ése.
Pensó que debía estar en Los Bajos. Recordó un reportaje acerca del lugar. Era donde vivían los pocos rebeldes que rehusaban formar parte del mundo corporativo y los criminales. Casi nadie que entraba en Los Bajos volvía a salir.
Aunque no era de su agrado, tampoco le pareció tan mal lugar como el descrito en el reportaje.
Parecía que unas siete u ocho personas vivían allí, pero sólo podía ver a tres hombres. Uno de ellos colocó una silla desplegable frente a ella y se sentó con el pecho recostado del espaldar del asiento. Lucía una camisa, unos mahones y unas botas de trabajo, todos negros. Valeria no podía apartar la vista de la pistola que tenía el hombre en la baqueta del cinturón.
—Bien. Esto es lo que va a suceder —dijo el hombre. Por la voz, Valeria lo reconoció como Dos Minutos—. En unos minutos va a llegar un camión repleto de personas… enfermas. Usted los va a atender lo mejor que pueda, pero no hasta que yo le diga. ¿Entendido?
—Pero, no estamos en la clínica… ¿Cómo voy a atenderlos?
— ¿Qué cree que hacíamos allí? Limpiamos la clínica, doctora. Casi todo está aquí —dijo, apuntando a una esquina, donde estaba la mayoría de los instrumentos, equipos y medicamentos del consultorio de la doctora—. No esperábamos que volviera, pero nos aprovechamos para utilizar sus… destrezas. No es lo mismo vender el “material” que vender los servicios de alguien que sabe utilizarlo.
Antes de Valeria contestar, los interrumpió un hombre de apenas cinco pies de estatura, ropa manchada y espejuelos.
— Llegaron, Jefe —dijo. Al oírle la voz, Valeria supo que el hombrecillo era Visitante.
El tercer hombre abrió una puerta de metal por la antigua área de embarque del almacén, para permitir que entrara un camión en reversa. Una vez se detuvo, el conductor y tres hombres más se bajaron del vehículo mohoso y abrieron el vagón. Valeria se sorprendió al ver un vehículo tan viejo en funcionamiento.
El vagón estaba lleno de personas en varios estados de agonía. Parecían sacos, por la forma como estaban acostados.
Dos Minutos comenzó a desatar a Valeria mientras le recordaba:
—No hagas nada al menos que te dé permiso. ¿Entendido?
La doctora, en silencio, asintió con la cabeza.
Después de liberarla, Dos Minutos la llevó del brazo hasta el vagón.
— ¿El dinero? —le preguntó al conductor. Lucía una camiseta gris, mahones azul, un abrigo blanco y unas gafas oscuras que había puesto encima de la cabeza, como una tiara.
El conductor miró a uno de sus acompañantes. Éste sacó de su bolsillo un pequeño objeto rectangular y lo mostró, como si fuera una identificación. Aunque apenas había visto uno, Valeria lo reconoció como un acreditador, mayormente usado por personas no registradas en la Comisión de Crédito. Una herramienta indispensable para los marginados. Era el equivalente de dinero en efectivo, décadas atrás.
—Grey…—dijo Dos Minutos, asintiendo con la cabeza hacia Visitante. Éste tomó el acreditador y lo insertó en un lector.
—Cinco mil —dijo Grey.
—Dije 250 créditos por cada uno. Hay más de veinte ahí —dijo, con la mano derecha acariciando el mango de la pistola.
—Oye, Mercurio, sólo son tres más —dijo el conductor—. Sé reaccionable…
— ¿Recuerdas el trato? Cuando hablamos, te pareció ra-zo-na-ble —dijo Mercurio, en voz alta y con un énfasis obvio en la última palabra—. Ya pasamos la parte de la negociación… ahora estamos en la transacción. Así que, escoge los veinte que la doctora va atender o produce los 750 adicionales, pero no voy a regalar servicios.
Desde su posición, Valeria observó a los enfermos. Aunque estaba lejos, determinó que ninguno sobreviviría mucho tiempo sin atención médica.
—Mercurio, ¿sí? —dijo la doctora—. No puedo dejar a ninguno sin tratamiento… sería una sentencia de muerte.
—Doctora, ¿recuerda mi advertencia? —preguntó Mercurio. Esperó a que asintiera y añadió, ahora con la mano recostada de la pistola: —Si usted toca a uno más de lo acordado, terminará igual de muerta que su paciente.
—No creo que usted me mataría —respondió, sin saber de dónde sacó las agallas.
Mercurio la miró a los ojos. En ese momento, Valeria se dio cuenta de cuán errónea era su aseveración.

Cuatro pies al margen, Partes I y II

Cuatro pies al margen

I.

Valeria no se dio cuenta de que algo estaba mal en la clínica hasta que oyó las voces.
—Quedan dos minutos —escuchó la voz de un hombre. Parecía venir de la sala de examen; donde guardaba las medicinas—. No quiero ajorarlos, pero… Bueno, sí. Quiero ajorarlos.
—Visita —dijo otro hombre. Valeria sintió miedo al escuchar esa voz.
Ni siquiera tuvo tiempo para virarse y salir, cuando sintió un rocío en el rostro. Entonces, no sintió nada.

II.

No supo que había despertado hasta que comenzó a escuchar voces. No veía nada. Sintió algo hecho de tela encima de la cabeza. Trató de levantarse y no pudo. Estaba amarrada.
—Despertó, jefe —era el mismo hombre que había dicho “visita” cuando estaba en la clínica.
Valeria trató de hablar, pero sólo logró exhalar e inhalar de forma acelerada.
—Cálmese, Doctora. Va a hiperventilar —era el hombre que había dicho “dos minutos”.
La prisionera inclinó la cabeza encapuchada hacia donde suponía que oía la voz de Dos Minutos, como para escuchar mejor.
—Estoy mucho más calificada para hacer ese diagnóstico —dijo Valeria, entre dientes—. Pleno 2049 y aún prevalece la macharranería…
—Creo que la prefería hiperventilando, jefe —dijo Visita.
Dos Minutos miró al otro hombre sin mostrar emoción y Visita supo callarse.
—Por favor, déjenme ir. No los puedo delatar… ni siquiera he visto sus rostros.
—Cierto, pero tenemos otros planes para usted —dijo Dos Minutos. Valeria aguanto la respiración mientras se preguntaba qué querían con ella. Como si leyera sus pensamientos, el hombre añadió— No se asuste, Doctora. Siga instrucciones y verá que pronto estará de vuelta en su apartamento con su esposo y sus dos punto cinco hijos.
Por alguna razón, el sarcasmo en la voz del hombre no la hizo sentir mejor.

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Este Viernes, 28 de abril en Taller ce, el señor Héctor Del Manzano nos deleitará con su música. Espero verlos allí.

El regreso de las ovejas…

Veo las filas en las gasolineras otra vez. No me asombra cómo nos dejamos manipular. Sí me pregunto por qué en las gasolineras, ya que el supuesto paro no tiene que ver con la gasolina. Pero, creo que oímos «paro» y caemos en las gasolineras de inmediato. Curioso.
Mi teoría (y puedo equivocarme) es que todo es un espectáculo para que aceptemos la imposición de más impuestos. Al parecer, nuestros políticos han adoptado la misma estrategia de la administración de Bush: Utilizar el temor para modificar nuestro comportamiento.
Es como ver lucha libre, supongo. Los luchadores no se dan de verdad, el final está arreglado, pero, en este caso, nos creemos lo que vemos.
Escuché un mensaje del gobernador (se supone que vaya en mayúsculas, ya que es un título, pero no me da la gana de ponerlo así) donde proclama que él fue empleado público y sabe lo mucho que trabajan… bla, bla, bla.
¿Has tratado de llamar a una agencia del gobierno un viernes a las 3:30 p.m.? ¿Te contestaron?
Hay muchos que trabajan fuerte, pero hay mucha batata también. En la empresa privada sucede lo mismo, pero no tienen la protección que tiene un empleado público.
Tal vez sea una medida para expurgar los empleados gubernamentales. Lo malo es que estoy seguro que los menos que lo merecen sean los que perderán su trabajo. Las batatas se las arreglarán para seguir donde están. Porque las batatas más grandes son las que están legilando, representando, dirigiendo y gobernanado.
Por lo menos, eso creo. Puede que me equivoque…
A mis amigos que trabajan en el gobierno: espero que salgan bien y si no, que le abra mejores puertas.

Presentación de Los Documentados

Anoche presenté la novela de Yolanda Arroyo, Los Documentados, en La Tertulia de Río Piedras. Fue una actividad muy amena y me consta que la autora estuvo muy contenta con lo que dije (me llamó a las 6:00 a.m. para decírmelo).
Como varias personas preguntaron si había forma de que pudieran leer lo que dije, decidí publicarlo aquí.
Cuando me envíen fotos de la actividad, las incluiré aquí.

Actulización (8/4/2006): En la página de Yolanda pueden ver algunas fotos.

Buenas noches.

Mi nombre es José Borges, y tengo el honor de presentar la novela de Yolanda, Los Documentados.

Cuando uno considera que la señora Arroyo Pizarro pudo conseguir a un autor reconocido, como Luis López Nieves o Mayra Santos, para hacer esto, el honor es aún mayor.

Es una presentación tardía, ya que el libro salió el año pasado. Como si hubieran realizado una fiesta y la novela estuviese escondida en una esquina, mirando todo lo que pasaba. Entonces, pasan las horas y te la presentan, y te preguntas cómo pudieron llamar esto una fiesta sin su presencia.

Así que, esto es más celebración que presentación; pero no creo que nadie objete el hecho.

Dicho esto, quiero tomar un momento para hacer una confesión pública: estoy muerto de envidia. Sí: envidia.

No sólo porque haya publicado su libro (algo que muchos aquí quisieran poder decir), sino también porque te hace pensar, reflexionar, considerar otros puntos de vista, sentimientos o acciones que muchos narradores no logran.

No sólo lo hace con su primera novela, sino que, ¡lo hace desde el título de su primera novela!

Recuerdo que, cuando escuché el título por primera vez, por alguna razón (tal vez porque soy malísimo con esto de nombres y títulos… apenas recuerdo los títulos de mis cuentos), por alguna razón la llamaba Los indocumentados. Peor, cuando se la mencionaba a la autora, lo hacía con el título incorrecto.

Todavía me pregunto por qué no nunca me corrigió… a lo mejor porque no fui el único que cometió el error.

Pero, dado el tema de la trama, es un error fácil de comprender. Gran parte gira entorno a los inmigrantes dominicanos que llegan a nuestra isla. Palabra denigrante, ¿no? Indocumentado. No tendrán documentos, pero, gracias en parte a esta novela, no se puede decir que no han sido documentados.

Un juego de palabras desde el título. Envidia: 1 José: 0.

Tal vez esté equivocado, pero creo que es la primera obra de narrativa que trabaja el tema desde ese punto de vista. Hay varios autores que han jugado con el tema del inmigrante a otro país, o del puertorriqueño como inmigrante. Sin embargo, no recuerdo ninguna en la que nosotros seamos el país destinatario.

Tema fértil, aunque difícil; posiblemente controversial. Envidia: 2 José: 0.
Entonces, gracias a una gran labor investigativa, la autora nos presenta varias facetas de este fenómeno. Incluye desde el racismo ignorante que creamos, hasta el mercado negro que se forma no sólo al transportar gente a Puerto Rico, sino al transportarlos por la Isla y, en ocasiones, convertirlos en documentados.

Todo entorno a la vida cotidiana de Kapuc, su hermano Vito y su madre, Karen; una familia que se enfrenta a los problemas de la cotidianidad, tan conocidos para nosotros; la lucha de la madre sola; el descenso del hijo al bajo mundo… todo documentado por Kapuc, la protagonista de la obra. Hacen de esta novela un reflejo interesante y bien logrado sobre la realidad de esta sociedad.

Investigación relevante: Envidia: 3 José:0.

Yolanda crea una protagonista adorable, especial. Utiliza un punto de vista casi mágico cuando narra desde la perspectiva de Kapuc. Logra transmitir la falta del sentido de la audición en la niña de manera convincente.

Envidia: 4 José: 0.

Crea un pueblo ficticio tan verosímil, que me hizo dudar sobre su inexistencia.
Envidia: 5 José: 0.

Podría seguir el resto de la noche enumerando las razones por las cuales me causa envidia esta novela. Pero es envidia de la buena, de la que nos inspira a nosotros, la nueva generación de autores puertorriqueños, a aceptar el reto y buscar cómo darnos a conocer… y a respetar.

En verdad no es envidia lo que siento; es admiración.

Hay un hecho que me aterroriza: Sólo 10% de los autores publicados pueden subsistir escribiendo exclusivamente. Y sospecho que el porcentaje de autores puertorriqueños que viven de la escritura es mucho menor. Trabajan como profesores, abogados, educadores, estudiantes, coordinadores… lo que sea. Esto les indica que autores como Yolanda no escriben para vivir… vivimos para escribir.

Requiere valentía, confianza, esfuerzo, dedicación y talento para escribir una obra como ésta. Así que, le doy las gracias a Yolanda por compartir su novela con nosotros. Espero que algún día también podamos vivir de la escritura. Así podrás agraciarnos con más novelas. Espero que de ahora en adelante utilices el título de Escritora donde quiera que vayas. Eso de Instructora Educativa es tu trabajo a tiempo parcial, si acaso.

Aunque dije que esto era más celebración que presentación, vale la pena seguir al menos un protocolo:
Novela de Yolanda Arroyo Pizarro, te presento al resto del mundo; querido público, les presento a Los Documentados.

Muchas gracias.

Anuncios y curiosidades

Primero, los anuncios.
Este jueves, 6 de abril, será la presentación de la novela de Yolanda Arroyo, Los documentados. Si no la han leído, se la recomiendo. Es una de las primeras (sino la primera) novelas puertorriqueñas que toca el tema de la inmigración dominicana a Puerto Rico. Uno puede percibir la verdad de las palabras a través de la narradora. Además te pone a pensar, algo indicativo de una buena novela. La presentación será en La Tertulia de Río Piedras a las 7:00 p.m.
Por cierto, me toca presentarla. Así que, espero verlos allí.
Por fin terminé la primera parte del cuento en serie que prometí hace dos meses. Lo estoy editando para publicarlo antes del fin de semana (pero ya saben lo bien que trabajo con fechas límites, así que no prometo nada ;-).

Ahora, la curiosidad.
Navegando por el cyber espacio, encontré esto. La página te pregunta tu opinión acerca de varias novelas y te da la lista que podrán ver más abajo (espero). También tiene una función para introducir un libro que hayas leído, entonces recomienda otro que te gustaría. No funciona muy bien, ya que no conocía los que había leído… además, todo es en inglés. Tal vez alguien que sepa de programación lo vea y decida hacer una versión en español.

What have I read?
These are the 25 most popular non-English books at What Should I Read Next?

I liked it! I didn’t like it! I want to read it!
One Hundred Years of Solitude – Gabriel Garcia Marquez
The Shadow Of The Wind – Carlos Ruiz Zafon
The Unbearable Lightness of Being – Milan Kundera
The Wind-up Bird Chronicle – Haruki Murakami
Crime and Punishment – Fyodor Dostoyevsky
Norwegian Wood – Haruki Murakami
Foucault’s Pendulum – Umberto Eco
The Alchemist – Paulo Coelho
Love in the Time of Cholera – Gabriel Garcia Marquez
The Name of the Rose – Umberto Eco
Sophie’s World – Jostein Gaarder
Siddhartha – Herman Hesse
Dance, Dance, Dance – Haruki Murakami
Hard-Boiled Wonderland and the End of the World – Haruki Murakami
Blindness – Jose Saramago
Kafka on the Shore – Haruki Murakami
A Wild Sheep Chase – Haruki Murakami
The Stranger – Albert Camus
The House of the Spirits – Isabel Allende
Things Fall Apart – Chinua Achebe
The Outsider – Albert Camus
Miss Smilla’s Feeling for Snow – Peter Hoeg
Sputnik Sweetheart – Haruki Murakami
Like Water for Chocolate – Laura Esquivel
South of the Border, West of the Sun – Haruki Murakami

Take the ‘What» have I read?’ test now!
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Curiosidad

Encontré esto en A.B. Logg 2.0 y decidí compartirlo con ustedes. Me encanta el arma favorita…

Ernie Vegas

People Iced: Thirty Three
Car Bombs Planted: One
Favorite Weapon Curdled Milk
Arms Broken: None. Pathetic.
Eyes Gouged: Twenty Three
Tongues Cut Off: Seven
Biggest Enemy: The Tooth Puller

Get Your HITMAN Name